Captura de juveniles pone en peligro el futuro de la pesca

Por Equipo Hanna | Hace 4 años 8 meses en Noticias | Comentarios

Decenas de peces pequeños son sacados del mar por pescadores entre sus redes, una práctica que está prohibida en el país. La Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, Aunap, poco o nada puede hacer para controlar esta situación.

Son las 10:00 de la mañana y unos 25 pescadores halan con fuerza una red que lanzaron horas antes en playa Los Cocos. Una vez fuera del agua se ven los resultados de la faena: decenas de machuelos, bonitos y albacoras revolotean entre el arte de pesca sobre la arena.

Pero hay algo que llama la atención: muchos son peces pequeños, que no superan los 10 centímetros de largo, lo que indica que se trataría de juveniles, cuyas capturas están prohibidas en el país.

De acuerdo con el Decreto 2.256 de 1991, en Colombia está prohibido procesar, comercializar o transportar especies que no cumplan con las tallas mínimas establecidas. La entidad encargada de velar porque esto no ocurra es la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, Aunap.

La pesca artesanal es una tradición arraigada en la vida de numerosas familias que viven a lo largo de los más de 120 kilómetros de línea de costa de Santa Marta, entre Don Jaca hasta Don Diego –excluyendo al Parque Tayrona-, y representa su principal fuente de sustento diario.

Consecuencias

De acuerdo con Carlos Julio Polo Silva, docente investigador del programa de Biología Marina de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en la sede de Santa Marta, la captura de peces juveniles ocurre cuando los ‘ojos’ del copo de las redes son muy pequeños.

De acuerdo con la regulación colombiana, el ‘ojo de malla’ debería ser de entre 3.5 y 4 pulgadas. “Cuando el ‘ojo de malla’ no tiene el tamaño adecuado, se capturan especies pequeñas”, explica el profesor Polo Silva. La pesca de ejemplares por debajo de la talla mínima autorizada amenaza con la sostenibilidad del recurso pesquero.

Y es que el sistema pesquero, como todo, tiene una lógica: Hay que dejar crecer los peces, hasta su primera reproducción, antes de retirarlos del agua. Esa debería ser la premisa de cualquier política pesquera sustentable y rentable.

Sobreexplotación

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO - por sus siglas en inglés-, el principal órgano regulador de las pesquerías en el orden mundial, se estima que, de las poblaciones de peces marinos alrededor del mundo, el 25% se encuentran moderadamente explotadas, 47% plenamente explotadas y 18% sobreexplotadas.

Un estudio realizado por la Universidad Jorge Tadeo Lozano entre 2009 y 2011 reveló que la situación pesquera en el Magdalena era crítica, debido a la sobreexplotación de la que eran objeto algunas de las 25 especies de interés comercial analizadas, razón por la cual el volumen de especies capturadas por faena, en algunas zonas, había disminuido, y en ese sentido, también se ponía en juego la supervivencia del ecosistema.

De acuerdo con el estudio, una de las causas del fenómeno, estaba en las faenas de pesca, pues allí muchos peces juveniles eran capturados, principalmente porque las artes de pesca, entre ellas las redes de enmalle, que en ocasiones son poco selectivas.

La investigación encontró que, en la región, entre las especies de peces de importancia comercial y ecológica que se capturan por debajo de su talla de madurez están: la cojinúa (Caranx crysos), el jurel (Caranx hippos), el bonito (Euthynnus alletteratus) y el róbalo (Centropomus undecimalis); además precisó que entre las artes que mayor impacto generan sobre los recursos se encontraron los chinchorros y las redes de enmalle.

Para el profesor Polo Silva, la falta de control sobre la pesca es una de las causas de la situación. Por ejemplo, en una ciudad como Santa Marta, con más de 120 kilómetros de línea costera, solo hay un funcionario de la Aunap, la autoridad pesquera.

Cada vez menos peces

Durante toda una vida dedicada a la pesca, a Néstor Carrillo, presidente de la Asociación de Pescadores de Puerto de Gaira, le ha tocado ver la disminución de los recursos disponibles. “Cada día son más pescadores y menos peces. Antes yo salía a las 4:00 am y a las 10:00 am ya estaba de regreso con la pesa del día. Ahora las faenas son de sol a luna y aun así salen menos peces”, cuenta.

Carrillo reconoce que hay personas que realizan la actividad con redes de “ojo pequeño”, pero asegura que son quienes se dedican a la pesca ilegal y no cuentan con la autorización de la Aunap.

“Los pescadores no carnetizados, que son la mayoría, son los que se dedican a tirar redes con los ‘ojitos’ pequeños”, asegura el hombre en entrevista con EL INFORMADOR. Agrega que en el caso de los pescadores carnetizados, reciben cada seis meses o una vez al año la visita de la autoridad pesquera, que se encarga de hacer una inspección a las artes de pesca.

“Nosotros sabemos que si capturamos ahora los peces pequeños, al cabo de 11 meses, cuando llegue la época de subienda, no van a venir esos peces grandes”, aclara. El profesor Polo Silva agrega que un pescador se dedica a esa actividad tradicionalmente por cultura y porque de ella deriva el sustento para su familia. “Si ellos no se adaptan a capturar el recurso de una forma sostenible, más adelante no van a tener qué pescar sus hijos y nietos”, aclara.

Pesca sostenible

La pesca sostenible consiste en un conjunto de prácticas orientadas a mantener la población de las especies marinas en niveles óptimos para garantizar la supervivencia respetando el entorno natural.

Estas prácticas son imprescindibles, ya que los mares están amenazados por la sobreexplotación y el consumo de ejemplares por debajo de las tallas mínimas. Lo ideal es que la pesca esté dirigida a individuos que estén por encima de la talla media de madurez, pues este es el indicador biológico de que han alcanzado la adultez y se han reproducido por lo menos una vez en su vida.

Mario Rueda, coordinador del Programa de Valoración y Aprovechamiento de Recursos Marinos, del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras ‘José Benito Vives De Andréis, Invemar, asegura que, aunque suene a utopía, sí es posible ejercer una pesca sostenible.

“Las capturas deben ser de una cantidad que permita que los recursos que queden en el mar puedan seguir generando otras poblaciones”, explica. Es sencillo: preservar a los juveniles hoy, es salvar la pesca de mañana.

¿Y la Aunap?

La Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, Aunap, es la encargada de ejecutar la política pesquera y de la acuicultura en el territorio colombiano con fines de investigación, ordenamiento, administración, control y vigilancia de los recursos pesqueros, y de impulso de la acuicultura propendiendo por el desarrollo productivo y progreso social.

Sin embargo, dichas funciones son limitadas en una ciudad costera como Santa Marta, en donde la Aunap solo dispone de un único funcionario, no solo para la ciudad, sino para todo el Magdalena. El departamento depende de la sede territorial ubicada en Barranquilla.

EL INFORMADOR intentó establecer contacto con la autoridad, a través de la oficina de prensa de Bogotá, sin embargo, no se recibió respuesta alguna ni por parte de la oficina territorial en Barranquilla ni del funcionario asignado para el Magdalena.

Pesca comercial artesanal

Es la que realizan pescadores en forma individual u organizados en empresas, cooperativas u otras asociaciones, con su trabajo personal independiente, con aparejos propios de una actividad productiva de pequeña escala y mediante sistemas, artes y métodos menores de pesca.

Fuente: El informador

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